Según los científicos implicados en
la investigación genética agrícola prácticamente todos los cultivos pueden ser
transformados de este mono (ver entrada anterior) y es muy probable que antes
de que acabe la década existan cultivos gigantes y plantas cuyas hojas serán venenosas
para los insectos que las ataquen. Se habla ya de la posibilidad de diseñar el
tipo de planta que se desee en computador y luego, mediante las técnicas combinadas
de cultivo de tejidos en el laboratorio y la transformación de la genética,
hacerla realidad en pocas semanas.

Recordemos que las especies vivas
sobre nuestro planeta son el resultado de una lenta evolución e interacción
entre si y con un cumulo de factores ambientales. En la naturaleza cualquier
cambio individual se realiza en relación con el todo y en una constante red de
retroalimentación entre el medio y el sujeto. Por el contrario con la nueva
tecnología, aparecen súbitamente en nuestros campos organismos que no responden
al fin solidario de estas redes, sino a intereses egoístas de ciertos
individuos de una sola especie. En otras palabras: nadie sabe a ciencia cierta
que puede suceder en la naturaleza cuando microorganismos y plantas diseñadas genéticamente
en laboratorio se multipliquen; cualquier sorpresa es posible, incluso que se
superen las fantasías del cine de terror.
Los vegetales creados en laboratorios
por manipulación genética es muy probable que sean menos resistentes que los
actuales y que necesiten muchos mas tratamientos y fertilizantes, con lo que la
dependencia hacia los agroquímicos puede alcanzar cosas impensables.
Tampoco existen razones para creer
que la recombinación genética vaya a terminar con el hambre en el tercer mundo,
la historia de los últimos decenios nos ha demostrado que el hambre de los países
subdesarrollados no puede eliminarse con semejante solución técnica, sino que
es una cuestión política y social al mismo tiempo, y que la continuidad de la
pobreza de estos países se halla estrechamente relacionada con el consumo y despilfarro
de los nuestros.
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